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MI NOVIA Y SU MADRE, MIS AMAS

Lucia era una preciosa jovencita de dieciocho años recién cumplidos, que a pesar de su aspecto de top model, tenía un carácter tímido y apocado. La joven llevaba saliendo seis meses con su primer novio y a pesar de que su madre, una escultural señora llamada Marga que se conservaba muy bien a sus cuarenta también recién cumplidos, le insistía una y otra vez que lo ideal en una pareja era ser una señora en la calle y una puta en la cama, no había manera de que su única hija siguiera sus pasos, que no eran otros que el de ser una auténtica pantera Dominatrix, que había dominado y sometido a todas sus parejas a lo largo y ancho de su dilatada vida sexual.

—Lucia, hija… de verdad que no creo que sea tan malo que un buen día, le metas a tu novio el dedo gordo del pie en la boca, o ya puestas, el dedo meñique en el ojete —insistía Marga una y otra vez, siempre con la esperanza de convertir a Lucia en una versión más joven de sí misma, cosa que por otro lado, si se cumplía en cuanto a aspecto físico, pues ambas parecían haber sido hechas a partir del mismo molde, ya que eran idénticas, excepto por la evidente diferencia de edad.

—¡Mamá, por favor! —respondía escandalizada la hija —esas cosas son guarradas que a Jorge no le gustan ¿acaso quieres cargarte mi relación con él?

—Para nada, me gusta para ti, es guapo, simpático, y lo más importante, con un buen bulto… en la cartera, porque nena, entre tú y yo: apenas se le nota el bulto del paquete… y en cuanto a lo de las guarradas… bueno, yo solo digo que tu novio cuando viene a casa, no quita la vista de mis pies. Estoy segura que es un fetichista que te cagas. Y no, no te enfades todavía, te propongo que hagamos algo con lo que te demostraré que Jorge no es tan decente como tú crees. Si me equivoco, te prometo no volver a interferir jamás y mantendré la boquita cerrada, pase lo que pase. ¿Aceptas?

— Desde luego, Mamá… Aunque solo sea para que nos dejes en paz…

Cuando Jorge llegó a su cita con Lucia en el parque, no se esperaba lo que se encontró allí: su novia, que siempre había vestido de una manera bastante conservadora, tal y como a él le gustaba, llevaba puesto unos taconazos, un arrebatador y sexy vestido de cuero negro con un generoso escote y una corta minifalda, que dejaba al aire las muy atractivas y largas piernas de la muchacha…  Pero lo peor no fue aquello, lo peor para el sorprendido joven, fue ver aproximarse al lugar de encuentro a Marga, su suegra, con un minivestido negro y los tacones en la mano, dejando al descubierto los embriagadores pies que tan hipnotizado le tenían en sus frecuentes visitas a la casa de su novia.

—Buenos días, capullo —dijo Marga, sonriendo maléficamente  —. Siéntate en el suelo… ¡Ya!  —la orden de su suegra, actuó como un resorte oculto en las piernas del joven, que obedecieron la orden de la atractiva cuarentona de inmediato, sentándose dócilmente sobre el césped.

Jorge interrogó con la mirada a Lucia, pero ésta se limitaba a mirar hacia la hierba del suelo en silencio y roja como un tomate. Marga se sentó cruzando sus turgentes muslos al lado de Lucia, en el banco de madera que se hallaba frente a Jorge… El joven tuvo que hacer denodados esfuerzos para no mirar el pie que se erguía casi junto a su nariz.

—Quiero que sepas —comenzó Marga a decir  —, que no me desagradas en absoluto, pero hay algo que quiero demostrarle a Lucia y si resulta que al final me equivoco, me disculpare contigo.

¿A qué se refier…? Marga aprovechó en ese instante para, veloz como un rayo, introducir el dedo gordo del pie en la boca de su desprevenido yerno.

Jorge se quedó paralizado por la sorpresa, con el dedo dentro de su boca y sin saber qué hacer.

¿A qué esperas? Vamos ¡chúpalo! — mandó severamente la cuarentona, acatando Jorge la orden de inmediato, chupando con gran dedicación el pulgar del pie, como si fuera un helado de carne y ante la entera satisfacción de su futura suegra. El joven miró de reojo a su alrededor y vio muy preocupado a gente del parque que observaba con evidente sorpresa y hasta guasa, la estrambótica escena. Algunos, hasta los estaban grabando con sus móviles, pero nada de aquella humillación pública a la que le estaba sometiendo Marga, parecía preocupar demasiado a ésta.

—Lo sabía… ¿ves que te decía, niña? A tu novio le va la marcha que te cagas… espera, que voy a hacer una comprobación… —Marga pisó el paquete del novio de su hija con el otro pie, utilizando un rítmico y lento movimiento, como si estuviera pisando sensualmente una colilla —Vaya, me temo que no está muy bien dotado, ya he logrado ponérsela dura y se la noto muy pequeña, hasta el tacón de mi zapato es más largo… bueno, no importa, como vamos a domarle, una noche le ponemos un aparato de castidad y luego nos ponemos guapas y nos vamos de marcha, entonces te presentaré a algún amigo mío para que te folle como es debido, o sea, con una buena polla y no la mierda que éste tiene aquí.

Jorge quiso protestar, pero marga lo evitó, metiéndole rápidamente más dedos del pie en la boca —¡Tú a callar! Llegué al acuerdo con mi hija, que si le demostraba que eres un sumiso, ella dejaría tu instrucción en mis manos… pero no te preocupes, con el tiempo, ella también llegará a ser tu Ama y entre las dos, te convertiremos en una buena sissy, te enseñaremos a cocinar, fregar y más cositas, hasta que seas una buena criada ¿te he dicho que de ahora en adelante, vas a vivir con nosotras? En menos de un par de meses, llevarás una jaula de castidad las veinticuatro horas, para que no puedas tocarte sin mi permiso o el de mi hija y  te gustará maquillarte, vestirte de chica y que te dé por detrás con un buen consolador de correas, no veas lo puta que vas a ser… Hay que buscarte un buen nombre de zorra que te cuadre… ya se me ocurrirá algo, descuida.

Con el tiempo, Jorge pasó a ser una eficiente y dedicada sissy, a la que se le asignó el nombre de Georgina y Lucia, fue llevada por su madre a la escuela de Jóvenes Dóminas de Lady Monique de Nemours, donde tras un largo entrenamiento, gozó plenamente de los placeres prohibidos del BDSM, convirtiéndose en una auténtica Ama.

 

Texto e ilustración: Sissy Laurance.

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