Lloré… como una niña… como hacía tiempo que no lloraba…

Un llanto incontrolado, provocado por mil sensaciones que me invadían en ese momento.

Me ardían las nalgas, estaban totalmente enrojecidas, había gemido, rugido, gritado a causa de esa exquisita mezcla de placer y dolor que mi Amo me había provocado, una y otra vez.

Sin saber si lo siguiente sería un azote o una caricia. No podía saberlo ni me importaba… no dependía de mí, era Su decisión, no la mía. Yo tan solo estaba allí, tendida en su regazo, sólo podía ver el suelo y disfrutar lo que mi querido Amo, Lord MC, quisiera darme. Recibirlo y disfrutarlo, sin más…

Y eso hice. Disfrutar de todas y cada una de esas sensaciones que me provocaron Sus azotes, Sus caricias, Su mano jugando en lo más profundo de mi ser, Su boca acercándose para besarme… o morderme…

No podía verle la cara, pero sentía Sus ojos fijos en mí, pendientes de mi piel, de mis gemidos, de mis movimientos, pendiente como siempre de cualquier reacción de milady…

Y allí, totalmente rendida ante Él, exhausta, sin poder moverme, agotada, comencé a llorar mientras sentía Sus manos acariciándome la piel que ardía y me susurraba al oído esas palabras que adoro oír y que causan efecto inmediato en mí, calmándome al instante y haciéndome sentir como lo que soy: Su pequeña y dulce sumisa, Su tesoro más preciado.

Mi llanto encontró la calma en Sus brazos y dio paso a un estado de relajación total y absoluta. Sin poder hablar, sin poder abrir los ojos, temblando… me llevó a ese estado de calma que Él me lleva siempre.

Abrí los ojos y vi los Suyos brillando al mirarme, satisfechos, más aún cuando pude por fin articular palabra y decirle: “gracias, mi Amo”.

Muchas veces he llorado, pero ninguna como aquel día… Y qué bien me sentó ese llanto…

© ladymarian[AgustínCortésLordMC] 2017