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LLEGÓ EL MOMENTO

Llegué un día por la tarde a la puerta de la casa de la Señora Dómina, toqué el timbre y escuché desde dentro, la voz de la Señora diciendo: “un momento, ya abro la puerta”.  Así fue, no pasó ni un minuto, y ya sentía la Señora Dómina  trastear la puerta para abrirme. Cuando abrió la puerta me quedé paralizado, inmóvil, la Señora  estaba vestida espectacular, con unas botas altas, medias de red, un corsé de color negro, una chaqueta de militar  con su correspondiente gorra de militar a juego con la  chaqueta. Pasé la puerta y me arrodillé delante de la Señora Dómina, para mostrarle mi respeto. Me ordenó  que me incorporara, volví a quedarme paralizado al verla de nuevo, me dijo:  “nena a llegado el momento”.  Yo educadamente le pregunté:  “Señora perdóneme ¿de qué ha llegado el momento?” La Señora Dómina me respondió con una voz muy autoritaria que no preguntara tanto: “entra en la habitación y cámbiate rapidito nena”.
Y sin media una palabra más, procedí a ir la habitación y una vez dentro, observé que tenía una luz tenue y había puesto un puf  con el vestuario que la Señora había elegido para esa tarde; un de uniforme de color negro, con el dobladillo de cuello y las mangas de color blanco, el delantal también era de color blanco, la media de rejilla de color negro, el ligero de color rojo y negro, que hacía juego con la braguita y el sujetador y encima de todo el CB y unos pendientes de color negro.
Empecé a desvestirme rápidamente, para ponerme el vestuario seleccionado por la Señora Dómina, para mí fue una gran sorpresa, que la Señora hubiera dedicarlo su tiempo para escoger el vestuario ese día, empecé por colocarme el CB en primer lugar, después la lencería, seguidamente me puse la bata de sirvienta y después el delantal, con botones en los hombros y anulado con un elegante lazo por detrás, abrí la puerta y avisé la Señora Dómina,  mientras que llegaba, me puse de rodillas, a la espera de la llegada la Señora. 
Empecé ha escuchar los tacones desde la lejanía y cada vez se escuchaba más cerca, y cada vez más cerca, llego a mí altura, me pasó la inspección ocular para comprobar que estaba todo a su gusto, comencé a sentirme observando y notaba que se me estaba haciendo un nudo en la garganta, ya se estaban manifestando los primeros síntomas de los nervios. Terminó de realizar la inspección ocular, se me acercó un poco más, la saludé como dice el protocolo, me ordenó que levantarse la cabeza, la levanté, me colocó un collar y  enganchó una correa.  Después me ordenó que me incorporase, me llevó hasta su escritorio, donde la Señora Dómina tiene el ordenador, una vez ahí, me ordenó que  volviera a ponerme de rodillas, mientras la Señora terminaba de fumarse el cigarrillo.
A mí, se me estaba cerrando cada vez más la garganta, por el estado de tensión y los nervios que se me estaban acumulando, también empecé a sudar un poco, era todo lo mismo, los nervios por la incertidumbre de no tener ni idea de qué iba a suceder esa tarde. Se terminó el cigarrillo la Señora Dómina, se levantó, cogió la correa y me ordenó  que me incorporase nuevamente, me condujo por el pasillo hasta llegar a la puerta de la sala, abrió la puerta…  y lo que vio mí ojos… me quedé impactado, había preparado la sala a conciencia para la ocasión, había puesto el potro de spanking en el centro de la habitación con dos candelabros de siete brazos con sus respectivas velas encendidas y detrás del potro en un punto que no veía cuando estuviese colocada en el mismo, una pequeña mesa tapada con un paño.  Me puso delante de potro, me ordenó que me quitarse la braga mientras la Señora Dómina  soltaba las correas del potro, después me puso una mordaza en la boca, me dijo: “hoy no quiero ningún palabra más de ti, ya tenemos que empezar a tener la boca más cerrada y sin hablar” y a continuación me ordenó que me colocarse en el potro, así lo hice, la Señora procedió a amarrarme y también amarró la correa del collar al potro.
La Señora me dijo  “tengo hasta  que amarrarte con cadena del cuello al  potro, porque me has salido un poco cotilla, te voy a enseñar bien chacha”.  Se fue hacia detrás de mi, estaba yo algo más tranquila, que la primera vez que me colocó en el potro, empecé a escuchar de trastear la mesa, como si abría envoltorios y también ruido a goma, no tenía ni idea lo que la Señora tenía entre manos, de repente escuché dos pasos… se me estaba acercando la Señora, tenía ya algo más de tensión nerviosa, me levantó el uniforme por la parte de atrás, dejando mi culito al descubierto, me pegó dos tortazos, uno en cada cachete de mi culito, después de pronto empecé a notar como una clase de gelatina y fría, por la rabanilla de mi culito, me abrió los cachetes, esa sustancia empezó a llegar hasta mi recto, acto seguido, empecé a sentir una pequeña presión por mi recto por fuera, yo empecé a hechar mí culito hacia delante, hasta no poder más, Señora Dómina me pidió que me relajase el culito, lo hice, cada vez notaba más presión sobre  mí recto, de afuera hacia dentro, la Señora me decía palabras  tranquilizantes para poder relajar mi culito y yo a mismo tiempo.
Ya si, ya empecé a notar una sensación muy nueva para mí, pero a su vez, me resultaba muy placentera, ya no podría más, al segundo sentía un placer muy exquisito, ya dejé de sentir ésa presión, para transformarse en lujuria incontrolable, sólo quería que no se terminarse ese momento. De repente dejé de sentir eso, volví a escuchar  trastear en la mesa, me recuperé de ésas sensaciones, empecé a relajarme de nuevo, pero duró poco, otra vez sentía sus zapatos acercase a mi posición, me acarició mi espalda mientras me decía “nena tú tranquila, que tu verás que bien los vamos a pasar”
Volví a sentir ésa sustancia de nuevo, también notaba nuevamente la presión por  fuera de mí recto, pero esta vez, notaba que se amplió la zona que ejercía la presión, como si fuera algo más grande, despacito notaba que se iba introduciendo dentro de mi culito, yo me encontraba que estaba excitándome, tenía una sensación de volverme loca, pero loca de placer, esta vez me estaba haciendo más presión y a su vez, notaba que se me introducía más y más, eso era delicioso, muy placentero, perdí el norte de la situación, sólo quería que no se terminarse, la Señora Dómina de pronto empezó a sacarlo ye introducirlo con una frecuencia que iba cambiando de rapidez y de intensidad, era muy apetecible, la Señora mientras que me estaba haciendo las sucesivas penetraciones, me decía  “este era el momento que deseaba desde hace tiempo” Paró de tener esa frecuencia de penetraciones, me la dejó metida un rato dentro de mi, quieta, me encontraba en un estado muy placentero, empezó a sacármela poco a poco, estaba en un momento que hasta ése día no lo había experimentado en mi vida, una vez que la había sacado entera, escuché sus tacones andar, me quitó la mordaza de mi boca, desamarró la cárdena de mi collar, la Señora se puso delante de mí, y me dijo: “nena has estado mejor que lo esperaba, has estado muy bien, y que te quede claro, que esto ha sido el principio”  Yo le respondí, “Señora te doy mil veces las gracias por la experiencia tan deliciosa, Señora a sus pies, estoy y estaré”.
Autor: Sissy Chantal.

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