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LA PRUEBA

Me desperté con energía y exageradamente excitada. El día que tanto había esperado y temido había llegado. Habían pasado diez días desde que había hablado con mi Amo y todos estos días habían estado llenos de excitación y miedo a lo desconocido. Salí de la cama y me duché y era fácil sentir la tensión de mi cuerpo.

Me puse una falda corta con una abertura a un lado que dejaba ver mucho más que mi muslo, puse la abertura de la falda delante y casi se veía mi coño recién depilado que ya estaba húmedo. Me puse una blusa blanca transparente y dejé desabotonados los botones superiores descaradamente. Me perfumé, unas botas cortas de tacones altos y finos completaban mi atuendo del día. Me alisé el cabello y ya estaba lista para salir.

Recuerdo la noche que hablé con mi Amo por teléfono antes de encontrarnos, explicándome sus planes, nuestra aventura, mi prueba. Su voz me penetraba suavemente a través de la línea telefónica mientras yo estaba tumbada en mi cama, desnuda, como le gusta que esté cuando hablo con él. Mis dedos se perdieron por mi entrepierna y acariciaban suavemente mi clítoris a una orden suya.

-¿Entonces serás una putita, esclava mía?

Su voz era un susurro y mis caderas se movieron acompasadamente deseándolo, deseando que fuera él quien tocara mi coño.

-¿Chuparás muchas pollas por mí? ¿Harás que se corran todas? Quiero verte tragar corridas y tu cara embadurnada de esperma, ¿serás una puta, lo harás por mí?

Mis dedos se introdujeron aún más dentro de mi coño y algunos gemidos escaparon de mi garganta.

-Sí, mi Amo, lo haré por ti, me tragaré todas las corridas que quieras y mi cara quedará llena, chuparé todas las pollas que tú me ordenes.

-Córrete, esclava, córrete ahora mismo, quiero oirlo.

Con su permiso rompí en un orgasmo que me llevó a imaginarme junto a mi Amo que me ordenaba chupar y chupar más pollas extrañas.

Los días fueron pasando y yo no paraba de estar excitada imaginando pollas y más pollas en mi boca, corriéndose en ella, por mi cara, en mi coño, en mi culo. Pero también sentía miedo de poder fallarle. A cada día mi calentura subía, con la prohibición expresa de mi Amo de no tocarme en los días que faltaban para el encuentro, me quería lo más caliente posible.

Me iba concienciando de mi cometido como esclava, como puta de mi Amo, para poder encontrar lo más natural posible lo que me iba a suceder. Y como él esperaba, el día que íbamos a encontrarnos, yo estaba más caliente que nunca, dispuesta a lo que fuera con tal de tener un orgasmo, dispuesta a obedecer lo que él quisiese.

Fui a recogerlo al aeropuerto. Cuando salió de la terminal lo vi más guapo que nunca. Lo besé profundamente cuando nos encontramos…

-¿Estás preparada, esclava?

Me preguntó mientras bajábamos por la escalera mecánica. Metió un dedo en mi coño, que estaba casi al descubierto y lo encontró húmedo y deseoso, su dedo resbaló con facilidad dentro de mí.

-Sí, ya veo que estás lista, querida.

El roce de su dedo, sentirlo dentro de mí, me procuró un subidón extraordinario, aunque sabía que aún quedaba mucho para que me permitiera correrme.

Nos subimos a mi coche y él me ordenó que fuéramos directamente hacia un cine porno. Tardamos unos veinte minutos en llegar al único que yo conocía. Por el camino de nuevo jugueteó con mi coño, llevándome al borde del orgasmo y luego con una risita retirar su mano y pellizcar con fuerza uno de mis pezones. De todas maneras tenía miedo, era una experiencia nueva para mí, convertirme en puta, no es que no me haya entregado a algún amigo para que me follara en veces anteriores, pero esta vez quería que fueran muchas las pollas que chupara y varios hombres manoseándome y abusando de mí a la vez. Era inevitable que sintiera miedo.

El cine estaba ubicado en un edificio algo antiguo y el aparcamiento estaba algo vacío. Me relajé un poco pensando que posiblemente éramos los únicos que estaríamos en el cine y así poder eludir esta prueba. Nada más entrar, las paredes estaban cubiertas de carteles de películas porno. Detrás de la taquilla había una mujer de pelo castaño y con cara de cansada. Mi Amo parecía tranquilo pero yo era un mar de nervios, me sentía fuera de lugar y al estar comprando las entradas a su lado hasta se me olvidó respirar.

Mi Amo compró las entradas, me cogió de la mano y me condujo por el vestíbulo. Entramos en la sala, había un exagerado olor a ambientador barato, al fondo, la pantalla proyectando una película porno algo desfasada. Parados, acostumbrándonos a la oscuridad de la sala, miraba la pantalla y mi excitación creció aún más. Mi Amo estaba ocupado en elegir el lugar donde sentarnos, cuando pareció satisfecho me condujo hasta mi asiento.

Me sentó directamente al lado de un hombre, en la fila justo de delante había otro y lo mismo pasaba en la de atrás, además de algunos otros hombres más desperdigados por la sala. Al momento de sentarme estaba chorreando, mi coño no dejaba de rezumar el líquido de mi excitación. Nos sentamos y nos pusimos a ver la película. La mano de mi Amo fue a mi entrepierna descubierta y me introdujo un par de dedos, me era imposible evitar no gemir. El hombre de mi derecha miraba de reojo la escena, más pendiente de nosotros que de la película. Mi Amo se acercó a mi oído y me susurró:

-Cógele la polla.

Mi mano se deslizó lentamente, algo temblorosa y puse mi mano sobre el abultado paquete del hombre. Éste en vez cortarse, apartó algo mi mano y se sacó la polla. Al momento la cogí y comencé a moverla de arriba abajo. Mientras, los dedos de mi Amo hacían maravillas en mi coño, con lentitud, pero sin dejarme pensar en lo que estaba haciendo.

-Ponte de rodillas en el asiento y chúpale la polla.

Me alcé y obedecí, metiendo en mi boca la polla del extraño, que sabía un poco a meado. Al parecer mi Amo comentó01-1 algo a los hombres de delante y detrás de nuestras butacas, porque pronto sentí una mano tocándome las tetas y otras metiendo sus dedos torpemente en mi coño chorreante.

Continué chupando la dura polla del extraño y el que estaba ocupado con mi coño sacó sus dedos e introdujo uno en mi culo. Di un respingo de dolor, mi cabeza estaba ocupada por el miedo y el deseo.

Mi Amo me atrajo y me sentó en el asiento. Así pude encontrarme de frente con la polla del hombre de delante, que era un señor de unos sesenta años, algo desdentado pero con la polla bien dura. Una mirada de apoyo a mi Amo y me metí la polla en la boca, que sabía muy fuerte. El de al lado me cogió la mano que la dirigió a su polla y lo mismo hizo el de detrás que se había puesto sobre mi butaca. Así que tenía una polla en la boca y otras en cada mano.

La escena no pasó desapercibida para los demás que estaban en la sala, que se acercaron. Mi Amo pidió tranquilidad diciéndoles que la puta estaba dispuesta para todos. Me cogió y me llevó al pasillo de la sala y al instante, en cuclillas, me encontré rodeada de unas 7 u 8 pollas deseosas de probar mi boca.

Con manos toqueteando todo mi cuerpo, una polla en cada mano y otra en la boca, comencé a intentar dar placer lo mejor que sabía, con tal de que se corrieran lo antes posible. Y el concurso de a ver quién más corrida echaba comenzó. El de mi boca se corrió y tragué todo lo que pude a las órdenes de mi Amo, que me instó a tragármelo. El siguiente no duró más de dos chupadas y ya estaba corriéndose, me cogió desprevenida y acabé con la cara manchada.

Uno tras otro fueron corriéndose en mi boca y en mi cara, mi camisa transparente pronto quedó también manchada de las abundantes corridas de aquellos desconocidos. Y mientras iba sintiendo el ardiente y espeso líquido correr por mi garganta y por mi rostro, varias manos no dejaban de ultrajar mi cuerpo una y otra vez, metiendo sus dedos por todos mis agujeros y apretujando mis pechos con ganas, dándome placer. Una corriente eléctrica comenzó a recorrer mi cuerpo y un orgasmo me atravesó con fuerza y mis gemidos de placer salieron de mi garganta llenando toda la sala y confundiéndose con los gemidos de placer de las protagonistas de la película que proyectaban.

Cuando el último se hubo corrido, mi Amo dio por terminada la visita al cine. Compuse mi ropa y ante muestras de alegría y aplausos de agradecimiento por parte de aquellos hombres, salimos de la sala. Me acompañó al baño y allí pude lavarme un poco, mi cara estaba completamente embadurnada de corridas y mi camisa también tenía ostensibles manchas blanquecinas. Recompuse mi pelo y mi aspecto, aunque con la camisa no había remedio y tuve que salir con ella tal y como estaba.

La mujer de la taquilla nos lanzó una mirada despectiva, quizás imaginando lo que acababa de pasar. A pesar del miedo, mi Amo me felicitó por la primera tanda de pollas de la noche, lo había hecho muy bien para ser la primera vez. Pero aún había más. Mi Amo ya había elegido un segundo lugar, y me había dicho al principio que serían tres lugares para pasar esta prueba. Mi Amo estaba deseando volverme a ver chupando pollas sin descanso.

Nos sentamos en el coche y mi Amo me miraba sonriente y contento. Mi coño seguía goteando humedad, más caliente y hambriento que nunca. Yo estaba excitada y entusiasmada de ver tan feliz a mi Amo y de saber que todo iba bien.

Conduje hasta el siguiente lugar, un local de ambiente liberal de parejas que contaba con el llamado pasillo francés, que no era otra cosa que una especie de cabina que tiene un agujero a la altura convenida y por donde los hombres introducían la polla y desde el otro lado otra persona la podía manipular o chupar sin saber quién estaba detrás. Además esta especie de cabina contaba con una pantalla de vídeo que no dejaba de poner vídeos porno. Entramos en el local y saludamos al dueño, que nos abrió la puerta.

Pronto la mirada de varios hombres que estaban en la barra se dirigió hacia mí, devorando mi cuerpo con sus ojos. Yo me calenté pensando en que pronto sería yo la que devorara sus pollas. Mi Amo me condujo hasta la cabina, me ordenó desnudarme y ponerme de cuclillas frente al agujero de la pared y me dejó allí mientras iba a hablar con el dueño para que fuera mandando todos los hombres dispuestos a que le comieran la polla, que desde luego no iban a ser pocos.

De nuevo el lugar olía exageradamente a ambientador, escondiendo otros olores de fondo. Mientras esperaba comencé a tocarme el clítoris intentando mitigar los nervios, pero consiguiendo que aún crecieran más, al igual que la exagerada humedad de mi coño.

04En la pantalla de vídeo una mujer era follada por dos hombres, penetrándola por sus dos agujeros a la vez. Mi Amo volvió a la cabina y poco tardó una polla en aparecer por el agujero que tenía frente a mi cara.

La toqué, estaba muy dura y era muy grande, comencé a masajearla lentamente, hasta que mi Amo me ordenó chupar. Me la introduje en la boca, primero la cabeza, chupando y lamiendo con lentitud, luego la dejé resbalar hasta lo más profundo de mi garganta y comencé a succionar con fuerza, mientras, mi Amo me metía un par de dedos por el coño.

No dejé de chupar con fuerza hasta que el hombre se corrió en mi boca. La polla se retiró y al instante una nueva ocupaba su lugar, ésta un poco más pequeña que la primera. Volví a tocarla y me la metí en la boca.

Mi Amo pasó de mi coño a mi ano, justo en el instante en que esta segunda polla se corría en mi boca. El semen corría por la comisura de mis labios y yo intentaba recogerlo todo con mi lengua. Llegó la tercera polla y después de repetir la misma escena, llegó una cuarta y una quinta y una sexta y una séptima…

En total conté unas 12 pollas, de diferentes tamaños y sabores, que se corrieron en mi boca, en mi cara, en mis pechos… El semen embadurnaba y chorreaba por todo mi cuerpo, agradecí el estar desnuda y salvaguardar mi ropa. Mi Amo me ordenó salir de la cabina y dirigirme al baño, que disponía de varias duchas, sin puertas ni paredes separatorias, a la vista de quien más estuviera en el baño. Mi Amo me acompañó hasta el chorro de agua caliente, pero me dijo que no me lavara yo, que alguien más se encargaría. Se fue y vino con tres hombres que rápidamente se desnudaron. Mi Amo se acercó y me susurró al oído: “¡Fóllatelos!”.

Los hombres se metieron conmigo en la ducha y comenzaron a enjabonar todo mi cuerpo, aprovechando para meterme sus dedos por todos mi agujeros y masajear mi cuerpo con fuerza. Mi Amo se sentó frente a las duchas fumando un cigarrillo con toda tranquilidad, mirando la escena, disfrutando de ella. Me miraba sonriente y yo lo miré con cara de deseo a los ojos, lo deseaba con locura, desearía que fuera él quien estuviera conmigo en el baño y follármelo. Y así, mirándolo a los ojos, cogí dos de las pollas cada una con una mano.

Me agaché y me las metí en la boca las dos, mientras el otro hombre no dejaba de meterme sus dedos por todas partes. Me tumbé en la ducha y uno de los hombres me folló, mientras yo tenía una polla en la boca y otra en la mano, con el agua caliente corriendo por todo mi cuerpo. Los hombres se fueron turnando, follándome uno detrás de otro y corriéndose después en mi boca. Los hombres se fueron y terminé cansada, sentada en el suelo de la ducha.

Terminé de lavarme y mi Amo fue quien me secó, llenándome de besos y alabando mi entrega y lo bien que chupaba pollas y me follaba a todos esos hombres. Me vestí de nuevo con mi atrevida vestimenta y salimos a la barra, donde todos los hombres quisieron invitarnos a una copa. Pero la copa que aceptamos fue de los dueños del local, agradecidos por nuestro numerito y alegrar la noche a su clientela masculina.

Nos sentamos tranquilamente ante una mesa. Mi Amo en un sillón y yo a sus pies, arrodillada. Me sentía genial con su mano acariciando mi pelo, alabando mi entrega. Yo no dejaba de mirarlo a los ojos, orgullosa y satisfecha de haber sido capaz de hacer todo eso por él, y hacer realidad una de mis fantasías siempre imaginada y nunca realizada, con miedo y excitación.

Pero mi miedo creció cuando él me anunció que íbamos a ir a la última fase de la prueba, esta vez en un lugar más público aún, subiendo el listón a lo más alto.

Nos fuimos del local, de nuevo seguidos por el agradecimiento de todos e invitándonos a volver cuando quisiéramos. Nos subimos en el coche y mi Amo me besó en los labios, metió uno de sus dedos en mi coño y comprobó que de nuevo estaba mojado. Me sonrió y me indicó que fuéramos hacia la zona del parque, donde se reúnen pandillas a tomar copas en sus propios coches, a la conocida zona de la botellona.

Fuimos pasando lentamente con mi coche, mirando la pandilla que mejor se adaptara a los deseos de mi Amo. Yo no dejaba de tener ese miedo que me invadía, pero conforme iba mirando a los chicos al lado de sus coches con la música a tope y esos enormes vasos en la mano, la excitación no dejaba de crecer y crecer, imaginando cómo sería, qué pandilla elegiría mi Amo.

Llegamos casi al final del parque y vimos un coche ranchera con la puerta trasera abierta, llena de botellas y un grupo de chicos. Era raro que no hubiera chicas, serían los típicos que nunca ligaban. Mi Amo decidió alegrarles la noche y tener algo que contar alucinados a los compañeros de la universidad o del trabajo. Me ordenó parar nuestro coche al lado del de los chicos.

Nos bajamos y todos nos miraron extrañados pero sin perder la alegría y las sonrisas del que el alcohol los dotaba. Me miraron de arriba abajo, con mi falda cortísima, mis medias de ligueros a la vista, mi coño casi exhibido y mis tetas claramente visibles a través de la tela transparente de mi camisa abierta. Mi Amo se acercó a uno de los chicos, el que parecía ser el cabecilla de la pandilla. Sin más preámbulos le dijo: “Si nos invitáis a una copa, todos os podéis follar a esta puta, que esta deseosa de chupar pollas”. Me quedé helada, no me imaginaba cómo iba a empezar la cosa, pero así… El chico, le transmitió a los demás lo que le dijo mi Amo, y lógicamente la algarabía creció.

Me dieron una botella del tirón y le di un trago, más que otra cosa para darme fuerzas. Cuando de entre ellos salió el primer valiente con su polla fuera del pantalón y diciendo descaradamente: “chúpamela, zorra”.

Miré desconcertada a mi Amo, y éste asintió con su cabeza mientras el chico con el que habló le dio un vaso que09 aceptó sonriente. Me apoyé en el borde de la improvisada barra de bar que era el maletero del coche y le cogí la polla al chico, me la metí en la boca y empecé mi labor.

Los demás se acercaron formando un amplio corrillo, no eran muchos, unos siete u ocho. Al final el chaval me alzó, me tumbó en el maletero del coche, alzó mis piernas y me la metió del tirón, con ganas. El chaval no paraba de empujar coreado por el resto de chavales. No paraba de embestirme con fuerza, hasta que pasados unos minutos, la sacó del interior de mi coño y se corrió en mi vientre. Se retiró y su lugar fue ocupado por dos chicos más, que me hicieron chuparle las pollas.

Después uno entró dentro del amplio maletero y me folló a cuatro patas mientras seguía chupando la polla del otro. El corrillo se fue cerrando y creo que creció, ya que otra pandillita que estaba cerca, tuvo curiosidad por lo que estaba sucediendo.

La cosa fue a más y unos chicos fueron sustituidos por otros, e incluso creo que algunos repitieron con esa vitalidad que da la juventud. Los chavales fueron turnándose unos a otros y a mi ya me dolía la mandíbula y el coño estaba realmente sensible de recibir tantas pollas, con tanto roce salvaje.

Alguno más atrevido se lanzó a mi ano, el dolor fue efímero, estaba tan húmeda que me resbalaba por todas partes, además del semen de aquellos chicos, que cada vez rezumaba más de mi coño y corría por toda mi cara y mis pechos.

10Al final estaba tumbada en el interior del maletero de la ranchera recibiendo chavales uno detrás de otro, las manos ocupadas por pollas, la boca, el coño y de vez en cuando mi ano.

Perdí la noción del tiempo y no sé si fueron horas soportando todo aquello, pero cuando pareció que la cosa decrecía y sólo tenía un chaval encima, éste se corrió y vino el mayor de todos, el dueño del coche, que me metió la polla en la boca y me hizo chupársela hasta que se corrió dentro de ella.

Luego se abrochó la cremallera del pantalón y se dirigió sonriente a mi Amo, al que agradeció haberles traído a una puta tan dispuesta y caliente.

Yo me quedé exhausta tumbada en el maletero del coche. Totalmente embadurnada de esperma por todas partes.

Más tarde mi Amo me informó que llegó a contabilizar que me follaron en el coche unos 19 chicos. Una verdadera marca para una esclava que sólo había sido entregada esporádicamente a hombres solos.

Pero esta noche había batido todos los records: unas 8 pollas en el cine, 12 en el club y ahora 19, casi 40 pollas que habían descargado dentro o sobre mí. Mi Amo se acercó a mí, que seguía tumbada en el coche, respirando profundamente. Yo sí que perdí la cuenta de los orgasmos que había tenido, que me parecían innumerables, era tener uno detrás de otro y desear más y más y más…

Me levanté temblorosa, mis piernas casi no respondían, algunos chicos se acercaron para ayudarme muy sonrientes, algunos otros chicos llegaron al lugar, resoplando por haberse perdido el espectáculo y algunas chicas también llegaron mirando extrañadas y con carita de asco a esa mujer casi desnuda y llena de corridas que se despedía sonriente y agradecida de todos aquellos chavales. Todos me vitorearon mientras arrancaba el coche y los saludaba con la mano alejándome lentamente del lugar.

“Necesitas una ducha, esclava”. Fueron las palabras de mi Amo, mientras me sonreía satisfecho. Nos dirigimos a mi casa, me sentía bien. Me di una ducha mientras mi Amo me esperaba en el dormitorio. Salí y estaba sentado al borde de la cama, me arrodillé a sus pies, los besé y le miré a los ojos sonriente. Posó su mano en mi cabeza y me acarició diciéndome lo buena que era, la mejor esclava que nunca hubiera podido imaginar, la que siempre soñó.

Me alzó, me besó en los labios, pellizcó mis pezones, tan torturados durante toda aquella larga noche por manos extrañas que los apretujaron, estiraron y pellizcaron. Me tumbó en la cama, se desnudó y me hizo el amor con dulzura. Mirándonos a los ojos nos corrimos, yo tuve el enésimo orgasmo de la noche, pero mucho más placentero que cualquier otro que hubiera tenido a lo largo de aquella dura prueba.

Me sentía relajada, sin miedos, pero deseosa de servir a mi Amo, de sentirlo dentro de mí, de agradecerle todo lo que me daba, todo lo que aprendo a su lado de mí misma, soy una esclava, una viciosa, una zorra, una sumisa siempre dispuesta para mi Amo y una puta siempre dispuesta para todos… a todos los que él me entregara para que usaran mi cuerpo.

Cuando nos abrazamos uno al otro y el sueño comenzó a vencernos, el sol nos saludaba a través de las cortinas de la habitación. Un nuevo día amanecía, un nuevo día de servicio y entrega a mi Dueño y Señor. Mirando su cara, viendo cómo dormía a mi lado, abrazada a él, sonreí y me dejé caer en el mundo de Morfeo, soñando tal vez con una nueva prueba, deseándola…

 

 

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