Solo he tenido dos experiencias con ella. Una laboral y una personal, y puedo decir que me encantó. Es una lástima que no haya podido usarla como es debido ya que la única vez que me ataron a una en el ámbito personal fue en broma y jugando con unos amigos, aunque puedo decir y afirmo que es una experiencia que repetiría en serio con mi pareja y que, por supuesto, es algo que tengo planteado hacer próximamente.

La primera vez que vi una personalmente fue en el estudio de una amiga y modelo llamada Sheyla Baldes en su estudio de Sabadell Mía Marín. Esta imagen fue tomada en dicho estudio junto a mi amigo, socio, y fotógrafo Sergi Delgado, con él es con quien he tenido prácticamente todas mis primeras experiencias de BDSM en el ámbito laboral, él fue el que me incitó a indagar sobre este maravilloso y gran mundo, también fue el que practicó conmigo por primera vez las inmovilizaciones, los azotes con flogger y pala, las prácticas en cruz, jaula y algo de shibari. Aquel día empezamos con la jaula pero es algo de lo que hablaré en otra ocasión.

La primera vez que vi la Cruz de San Andrés me enamoré, su estructura era impresionante. La lástima fue que no se pudo emplear como se debía y, aparte de que no era por placer de uno mismo sino por trabajo, no pudieron suspender ya que no era regulable y era demasiado grande para mi dada mi estatura. Hubo fallos… ya que las cadenas inmovilizadoras eran demasiado estrechas para poder colocar mis muñecas. Tuvimos que improvisar con los inmovilizadores de pies y para las manos emplear cuerdas para hacer la completa inmovilización, para esta imagen cambiamos las cuerdas por esposas que, por cierto, se me rompieron después de esta toma. Pocas veces me he excitado por mi trabajo, pero aquel día realmente no me quedé indiferente, esa sensación de vulnerabilidad, de estar a la merced del otro, me produjo prácticamente la misma sensación que cuando practican sobre mí la asfixia en mis relaciones íntimas.

La segunda vez fue en un club de intercambio de parejas de Barcelona. Fui allí invitada por unos amigos que son pareja y que cogieron el hábito de ir cada semana. No explicaré del todo mi experiencia ya que es algo que concierne a otras personas y que es muy privado, en esos clubes se brinda la confidencialidad y discreción, por lo tanto, me lo reservaré. Lo que sí que testificaré es que yo no hice nada dado a que tengo en cierta forma pareja y soy monógama, pero no voy a negar que di un poco de espectáculo y que jugué un mínimo, aquella noche estuve un poco revoltosa haciendo tributo a mi personalidad Brat y por lo tanto, recibí un castigo.

Ese club dispone de 4 plantas en la cual cada una tiene diferentes funciones, la subterránea dispone de una pequeña mazmorra con una Cruz de San Andrés, dos suspensores y un potro. Bajamos a la planta subterránea y ahí recibí un pequeño castigo por subordinación, primero intentaron inmovilizarme de forma delantera cosa que no les funcionó y acabaron por atarme a la cruz dejando expuesta mi espalda a cara al público, no me desnudé ni me tocaron, evidentemente, pero sí que recibí unas buenas nalgadas, un spanking inglés en toda regla. Reconozco que disfruté ya que adoro esa clase de prácticas, pero no sentí placer ya que es algo que solo me aporta mi pareja al hacerlo…

Sin duda, es una experiencia que espero poder practicar con él próximamente y la cual contaré cuando se emplee de la forma debida.

Los tabúes y la reacción pública que se pueda tener sobre uno, genera que las personas se cohíban y no exploren ni expongan lo que desean y les place. Los anula como tal… Nunca tengáis temor de probar lo que os llame la atención, algunas cosas os gustarán y otras comprobareis que no es para vosotros, pero no lo sabréis hasta que lo hagáis, ser vosotros mismos sin temor al qué dirán.