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JOHN WILLIE, AUTOR Y EDITOR SADOMASOQUISTA

A la hora de buscar información sobre John Alexander Scott Coutts, son pocos, muy pocos los detalles que podemos hallar acerca de su vida, hecho éste que resulta desalentadoramente habitual en el campo del sadomasoquismo. Mal lo tenemos los que quisiéramos convertirnos en una suerte de historiadores de este erotismo diferente…

El caso es que lo que sabemos de él, con certeza, hace referencia a que el azar le llevó a nacer el nueve de diciembre de 1902 en Singapur (por entonces perla asiática de la Corona Británica) y que ese mismo azar le haría terminar su vida en Guernsey, una de las islas británicas del Canal de la Mancha, el cinco de agosto de 1962.

Hijo de una conocida familia de banqueros, a John le mandaron a estudiar a Inglaterra, pero, terminados sus estudios y al parecer, a causa de su conducta escandalosa (el joven John fue calificado como la oveja negra de la familia Coutts), fue exiliado de la metrópoli por el clan familiar, viéndose obligado a ir a vivir a Australia primero y después, a los Estados Unidos.

Pero, si bien fueron sus actividades como artista, fotógrafo, escritor, director de publicaciones y editor, las que le iban a ganar un lugar en el panteón de los sadomasoquistas ilustres, a lo largo de su azarosa vida John llegó a tener otra profesión a la que recurrir en los momentos bajos: marino mercante.

Y confirmando el carácter aventurero del personaje y durante el período anterior a la Segunda Guerra Mundial, trabajó también para la rama australiana del British Inteligence Service.

Con un metro ochenta y nueve de altura, constitución robusta y un rostro que nos recuerda al personaje de sus historietas Sir d’Arcy, (¿no se ha dicho muchas veces que los artistas se retratan siempre a sí mismos?) John fue un gran aficionado a tocar el banjo y un tremendo juerguista, tanto, que se sabe que en más de una ocasión le echaron de algún bar donde estaba armándola.

Amante de la lectura, poseía una considerable cultura, que iba a demostrar en su obra literaria y gráfica.

Mientras estaba en Australia, tuvo la fortuna de conocer a la que más tarde llegaría a ser su esposa, una damisela llamada Hollye.

A su esposa debía de irle la misma marcha que a él, pues con el tiempo se convertiría en su primera modelo y en ayudante de su trabajo como autor y editor sadomasoquista.

Por cierto, la del sadomasoquismo es una faceta en la que John entró un poco por casualidad. En 1937, cuando estaba viviendo en Sidney (Australia), descubrió los dibujos del francés Carló, uno de los precursores del dibujo S/M, y quedó tan prendado de su obra que decidió imitarla. Fue así como empezó a dibujar escenas de cariz sadomasoquista.

Tras haberse trasladado a vivir a los Estados Unidos, se le ocurrió la idea de sacar algún provecho crematístico de aquel recién hallado talento como artista erótico. Pero, como esa rama del erotismo estaba especialmente mal vista en un país donde el puritanismo aún era rey, decidió tomar precauciones para no caer en garras de la voraz justicia.

Para empezar, y en vista de que ningún editor iba a querer publicar su obra tal como él la concebía, decidió no sólo crear su propia empresa editora, sino también una publicación especializada. Iba así a nacer “Bizarre”, un clásico de la historia de la prensa S/M.

Y como para llenar una revista no basta sólo con un dibujante, él mismo se convirtió en guionista, fotógrafo, escritor, director de la publicación, e incluso jefe de ventas. Toda una redacción, condensada en un sólo hombre.

Para completar sus medidas de autoprotección, decidió operar a través de un Apartado de Correos de Montreal, Canadá, y por si esto fuera poco escogió un nombre artístico: John Willie. Había nacido un nombre mítico que quedaría en la historia del S/M.

Con su revista “Bizarre”, John Willie inició una tradición en las revistas norteamericanas de erotismo S/M, tradición que aún hoy perdura y que entronca directamente con la posterior eclosión en los EE.UU. de títulos que habrían de cubrir campos que le eran tan caros al precursor, como pueden serlo el bondage o la Dominación Femenina. “Bizarre” incluía en sus páginas textos, dibujos e historietas, todo ello obra del prolífico Willlie. Y fotos, pues Willie se distinguió también como fotógrafo de excepción en el campo del bondage, gracias a unas fotos que en unas ocasiones estaban pensadas para su publicación como tales y en otras, era utilizadas como estudios previos para la realización de los dibujos. Porque, para sus contemporáneos Willie fue sobre todo un artista de la historieta. Y es en “Bizarre” donde Willie publicó las primeras páginas de la que se convertiría en estrella de las heroínas de sus historietas y en uno de los personajes arquetípicos de la mitología sadomasoquista: La inocente e indefensa “Gwendoline”, una muchachita que se ve expuesta a las perversas acciones de los malvados “Sir d’Arcy” y la “Condesa”, pero que es incluso dominada por su amiga, la agente U69, y que, a manos de unos o de otros es sometida a una serie de bondages a cual más complicados, en viñetas de una gran belleza plástica.

Gwendoline significaría así una auténtica consagración para Willie en el mundillo del S/M, y su fama entre los aficionados haría que los editores especializados empezasen a interesarse por la obra de Coutts. Solicitado de tal modo, decidió finalmente venderle los originales de la primitiva historieta de su heroína: “Gwendoline y la princesa desaparecida”, al entonces zar de las ediciones S/M estadounidenses: Irving Klaw. Pero de esta decisión surgiría un auténtico desafuero…

Porque Klaw, al ver los muchos desnudos que poblaban las viñetas de Willie, los hizo censurar por uno de sus artistas, el que posteriormente se haría también famoso en el campo del S/M, Eric Stanton. Esta decisión resultó particularmente desafortunada, pues al llevar a cabo los retoques sobre los originales, ya jamás volvió a ser posible, a posteriori, recuperar su auténtica belleza.

Evidentemente cabreado por lo sucedido, Willie se negó a terminar otra historieta que había iniciado para Klaw: “La dulce Gwendoline en el artista de las fugas”.

Más tarde, en 1957, Coutts vendió la revista “Bizarre” a un amigo, y abandonó Nueva York para trasladarse a California, decidido a empezar de nuevo y lejos de las garras de Klaw y de su industria tan irrespetuosa con la obra del artista. En 1958, publicó por su cuenta su polémica historieta revisada, redibujada, con páginas añadidas y un nuevo título: “La dulce Gwendoline y la carrera por la Copa de Oro”.

Desgraciadamente, fue entonces, en el momento en que Willie empezaba una segunda y nueva etapa de su quehacer artístico, cuando sucedió un luctuoso hecho que le apartaría definitivamente del ambiente S/M: el asesinato, en 1958, de una de sus modelos favoritas, Judy Ann Dull, de 19 años de edad, a la que mató Harvey Glatman, asesino en serie conocido como “el asesino del bondage”, por la forma en que realizaba sus crímenes.

Coutts nunca se recuperaría de este shock, y, cuando en 1961, afectado por una grave enfermedad, hubo de someterse a una operación, decidió regresar a sus orígenes, a la Gran Bretaña, para pasar allí sus últimos días.

Desencantado por lo sucedido, uno de los últimos actos de su vida (en un curioso paralelismo con la de Klaw) fue la destrucción de sus propios archivos, en los que se encontraban muchos originales inéditos, originales que de este modo habrían de perderse para siempre.

Finalmente, el 5 de agosto de 1962, John Coutts moría en Catel, en la isla de Guernsey. Murió solo, pero jamás olvidado por sus fans, quienes por fortuna pueden, incluso hoy día, seguir disfrutando del ínclito arte de Willie/Coutts en las múltiples reediciones de su obra (su revista fue reeditada no hace mucho, en facsímil, por la editora alemana Taschen), promovidas por los estudiosos de la figura de este gran precursor.

Luis Vigil para la revista Sumissa. 

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