Cuando estoy en situación de privación de libertad, paso por diferentes etapas.

Los primeros momentos tengo una sensación de excitación sexual (a veces es excitación sexual física) por el hecho de perder mi libertad y estar expuesto a los deseos de mi Ama. Es decir, me excita pensar que estoy en sus manos indefenso. Si se acompaña a la sensación de miedo por un castigo probable y del que no me puedo escapar, intensifica más mi excitación.

En una segunda fase, ya se ha ido la excitación sexual debido a que la situación se ha normalizado, y entro en una situación de espera paciente. Como cuando espero el tren. No hay más.

La tercera fase (que es la más interesante) empieza cuando aparece el deseo de salir de la situación de reclusión. Es cuando privación de libertad se convierte en castigo, y deseas que tu Ama venga a liberarte (sensación de dependencia de tu Ama que es la única persona que puede liberarte). Si la reclusión es debido a un castigo merecido, aparece el arrepentimiento por el fallo cometido y me entra el deseo de no repetir el mismo fallo (aceptación profunda de obediencia). Aquí muchas veces vuelve la excitación, pero esta vez es más mental, y viene acompañada del malestar de estar encerrado. También se desarrolla dentro de mi un sentimiento de sumisión y entrega a mi Ama que es verdadero y profundo, donde estoy totalmente entregado. Al no ser sumiso por naturaleza, este es un sentimiento que se tiene que crear a través del miedo al castigo y al castigo en sí.

El paso entre estos tres estados puede durar más o menos en función de si la reclusión es más o menos cómoda, y de si hay castigo corporal incluido o no. Si se va muy rápido por la dureza del castigo, se consiguen resultados menos duraderos.

Sensación de entrega absoluta y miedo al castigo, bien mezclados se convierten en una experiencia muy intensa, casi espiritual por lo que conlleva de liberadora de deseos y ego.

Autor: Ukelele de Kass