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IDEAS SOBRE LA HUMILLACIÓN

La “Borcher’s D/S Gazette” (www.borchernews.com) es una de tantas e-zines (revistas electrónicas) que proliferan en Internet. Es una “Gaceta” dedicada a las comunidades fetichistas, que se publica ocasionalmente y que contiene artículos y ensayos de las temáticas fetichistas. De esta Gaceta hemos elegido para ofrecérselo a ustedes un interesante artículo sobre la humillación, escrito por una tal Ms. Intensity (Señora Intensidad).

La humillación, cuando es llevada a cabo por unos jugadores experimentados, puede ser intensamente placentera… y muy erótica. Y creo que hay tantas formas de humillación como gente que la practica.

Naturalmente, lo que a un jugador le parece erótico, puede parecerle a otro insultante e incluso dañino… es por eso por lo que opino que estas actividades mejor son disfrutadas por jugadores que se conozcan bien el uno al otro. Además, el/la  sumiso/a debe de ser muy abierto respecto a lo que le gusta y no, y el/la Dominante muy cauto/a, cuidando de seguir atentamente las reacciones de su sumiso/a ante cualquier nueva humillación.

En el contexto del BDSM, practicar la humillación no significa hacer que alguien se sienta pequeño, estúpido o feo. Si ambos jugadores la disfrutan, debería de ser el profundo sentimiento interno de la pérdida de las inhibiciones, así como una sensación erótica verdaderamente placentera. Hablando personalmente, yo creo que es una parte muy íntima de toda sesión sadomasoquista.

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Creo que hay principiantes (en especial entre los sumisos) a los que les parece que hay algo malo, o degenerado, en el que les guste ser llamados, por ejemplo, “mi putita” o “gusano”. Y, en el otro extremo del espectro, se hallan aquellos principiantes que no tienen ni idea de lo que es realmente la humillación en el BDSM, dado que, desde pequeños, a todos se nos ha enseñado que la humillación es cosa mala, y que es malo causársela a nadie…

Por eso hay que insistir en que, en el BDSM, el término “humillación” no significa que haya que decirle a alguien que se le ve horrorosamente gordo con esos tejanos (o pantalones de látex, pongamos al caso), ni llamarle estúpido cuando comete un error… A lo que realmente se refiere la humillación es a la relación de poder y la intimidad que hay entre el/la Dominante y el/la sumiso/a, entre esclavo/a y Amo/a, una relación tal que permite que desaparezcan las inhibiciones entre ellos y que esos lugares oscuros de la mente ocupen el centro de una sesión.

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Para algunos sumisos puede resultar delicioso, por ejemplo, el que se les diga que abran algunos de sus orificios corporales para que estos sean examinados por su Dominante, cosa que les resultaría bochornosa en cualquier otra circunstancia, como por ejemplo un control en uno de esos aeropuertos de esos mundos, con unos brutales aduaneros. También el ser ordenados masturbarse, para dar placer con ello a su Dominante, es otra forma de humillación que algunos/as esclavos/as hallan muy erótica (aparte del placer propio del acto en sí).

En mi caso como Mistress, uno de mis métodos favoritos de humillación BDSM es la “negativa”; es decir, mi negativa a permitir experimentar placer al/a la sumiso/a, hasta que le  autorizo a experimentarlo. Otra cosa que creo que resulta bastante humillante y “malvado” para mis sumisos es el  manipularles su “equipo personal”, negándoles a ellos el acceso al mismo… que es algo así como forzarles a ser unos mirones.

Muchos/as sumisos/as también disfrutan siendo llamados por apelativos insultantes en los momentos apropiados de la sesión; parece que eso hace que, para ellos, la sensación de sumisión sea más intensa… por así decirlo. También entra dentro del juego de las humillaciones BDSM el forzar al/a la sumiso/a a que realice acciones que agradan a su Dominante, muchas veces actos que imitan a los de un animal doméstico, como lamer líquido de una escudilla para perros, arrastrarse por el suelo o, por ejemplo, ir a cuatro patas a recoger algo y llevárselo en la boca. Otro juego de humillación consiste en hacer que el/la sumiso/a cuente los golpes que se le propinan con fusta, látigo, paleta, zapatilla… Y, dependiendo de la imaginación, estilo y deseo de los jugadores, hay muchos otros juegos que entran dentro de la categoría de humillantes.

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Así por ejemplo, algún tipo de humillaciones implican “confesiones”, dentro de una sesión de juego de rol. Esas confesiones pueden ser reales o inventadas, voluntarias o forzadas, y en ellas el/la sumiso/a revela a su Dominante detalles escandalosos o vergonzantes de su intimidad. En las sesiones más elaboradas de estas confesiones, pueden ser empleados accesorios tales como “confesionarios” y vestimentas que recuerden a las religiosas… o esas confesiones pueden ser logradas mediante tortura, en un juego de rol de interrogado/interrogador (policía/detenido, militar/prisionero de guerra, SS/internado en campo, etc,).

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Como ya se ha dicho, las variantes en el juego de las humillaciones son infinitas.

Creo que muchos neófitos (y en esto incluyo también a los/las Dominantes) se sienten repelidos por el significado que se da a la palabra “humillación” en la sociedad “normal” (vainilla), sin darse cuenta que es muy posible que ya hayan practicado juegos de Dominación/sumisión, que entran perfectamente en la definición BDSM de humillación.

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Muchas veces me han pedido que de unas normas para la práctica de éste tipo de juegos… simplemente, lo cierto es que no las hay, porque para cada practicante del BDSM es diferente lo que es humillante. Lo que sí quiero recalcarle, a todo quien lea este ensayo, es que el juego de la humillación tiene que ser un proceso de descubrimiento en el que se impliquen ambos jugadores, una actuación en la que todos sean honestos y nadie quiera hacer daño innecesario al otro… después de todo, de lo que busca en el BDSM es el lograr placer, ¿no?

Comentarios

  • cande67
    24/05/2017

    Me gusta la pagina

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