Y así, tal cual estaba como perra en celo, jugó con mi sexo tan deseoso de ser ultrajado y entonces me ordenó le hiciera de puta…

Tumbado en el sofá me ordenó masturbarme para Él, me senté en el suelo apoyando la espalda en el mueble, piernas dobladas y separadas, exponiendo mi sexo comencé a tocarme ruborizada, estaba empapada, vi su mirada lasciva mientras introducía mis dedos, mientras tocaba mi clítoris y ordenó le dijera lo que pasaba por mi cabeza mientras lo hacía. Por un momento me quedé en blanco y empecé a relatar lo deseosa que estaba de que fuera Él quien me tocara, que me penetrara con su dedos, de que me hiciera reventar encharcándolo todo y de pronto me vi rogándole que me follara, que no aguantaba más, que por favor me dejara llegar al orgasmo y me lo negó. Vino a mi y me folló poniéndome a cuatro patas, como solo Él sabía hacerlo. Me penetró los dos orificios, creí enloquecer aguantando llegar al orgasmo, siempre me llevaba al límite para dejarme ahí… en la cima sin dejarme llegar, encabronada perdida le dije lo puta que me ponía, que era la mejor por y para Él, que haría que fuera la envidia de todos. Entonces fue cuando me folló la boca, rápido, profundamente, hasta dar arcadas una y otra vez succionando deseosa de que explorara, ansiosa de beber su semen, pero sacó su miembro corriéndose en mi cara, lo lamí hasta dejarlo impoluto, rebañé el semen de mi cara con los dedos saboreándolo sin desperdiciar gota y de un empujón me postró en el sofá… me besó, me mordió mientras me masturbaba con una mano, sentí la opresión de la otra en mi garganta… la excitación iba en aumento a la par que la opresión en mi cuello, me cortaba la respiración, quería correrme… la opresión aumentaba, estaba llegando a la cima y me dio permiso y así fue, experimenté un orgasmo de la ostia al quitar la mano a la par que llegaba al orgasmo.

Sus brazos me cobijaron sintiendo su calor, su protección, sus besos me colmaron de paz y al rato… comenzó la sesión.