CONOCIENDO A MI ENEMIGA ÍNTIMA

—¿Cómo? ¿estas segura Amelia?

La cara de mi Amo cambió a medida que la otra voz del teléfono seguía hablando, se puso oscura, me miraba y su mirada me paró de lo que hacia sin todavía decirme nada.

—Vale, muchas gracias cariño, me gusta que me has informado de esto, lo voy a solucionar y te mantendré informada, un abrazo —. Él cuelga el teléfono y se queda un momento como pensando.

—¿Todo bien, Amo ? —le pregunto preocupada, sin siquiera pensar que la razón de su evidente cabreo está delante de él.

—Chucha —me dice él con una voz demasiado dulce— ¿dónde y con quién te has visto hoy?

Yo me quedo sin aire, mi cara se pone blanca al darme cuenta que Amelia me vio y se chivó de mi encuentro no deseado con la ingrata de la ex sumisa de mi Amo. Estoy a punto de llorar, las palabras no salen, mientras maldigo a Amelia en mi cabeza… ¿cuándo nos vio la muy idiota?

—¡Contesta! —casi me grita mi Amo.

—No le he podido evitar, lo siento mucho Amo. Se me acercó, no se de donde salió, no me ha dado tiempo de reaccionar, fue solo un instante, no se enoje, se lo suplico. Ella se me acercó, me saludó, me abrazó, me preguntó si estábamos bien, si usted está bien…fue solo esto, Amo, no fue nada más, no se enoje, por favor —repito una y otra vez, casi llorando.

—¡Basta! —me grita— al parecer, no has entendido nada sumisa. ¡Quítate la ropa ahora mismo! ¡toda la ropa y dámela!

Yo le obedezco rápidamente, sin pensar, mientras me seco las lágrimas. Una vez entregada toda mi ropa y desnuda, mi Amo me ordena  traer el collar, la correa, la venda y las muñequeras. Le traigo todo lo que me pidió con la cabeza agachada, con el pulso a mil, preguntándome cual sería mi castigo por este malentendido.

—Trae también el plug, el más grande zorrita, pero antes arrodíllate.

Me dejo caer sobre la alfombra, levantó mi pelo cuando él me pone el collar y la correa, me ata las manos y me enseña el armario donde está el plug. Voy a cuatro patas hasta allí, vuelvo con el plug y acto seguido me venda los ojos.

—Túmbate —me ordena— ¡abre bien las piernas!

Siento la palma de su mano derecha sobre mis nalgas y siento el plug frío metiéndose dentro de mi culo, empujado con fuerza. Duele mucho porque esta vez no me ha preparado para jugar anal, y estoy demasiado estrecha para este juguete en concreto, pero intento controlar mi dolor y no provocar más la ira del Amo. “Respira hondo apenas he empezado” me dice. Sus palabras repercuten en mi cerebro como una ráfaga y me mojo mucho, al instante.

—¿Te acuerdas donde es mi escritorio, puta?

—Si, Amo —le contesto.

—Pues andando, te voy a vigilar para que no te des contra los muebles y si te das, te aguantas, ¿estamos?

—Si, Amo.

A ciegas, voy por el salón, atravieso el dormitorio, esquivo con éxito todos los muebles y llegamos en su pequeña oficina, voy sin problemas hacia el escritorio y Él me para tirando de la correa.

—Ha sido un bonito paseo, quizás en un futuro te voy a pasear fuera también.

Esta amenaza me congela de miedo, no podría hacerme algo así, ojalá que no, pienso dentro de mi cabeza. Siento  como con sus manos me ata los brazos al escritorio, me ordena que me tumbe boca arriba y me ata los pies con una cuerda áspera a las patas del sofá, quedo totalmente estirada, desnuda y con los ojos vendados.

—Muy bien, perra, me voy fuera a intentar calmarme, tu no te muevas —me dice con una voz burlona…—ah espera, que estás atada, no puedes… Bye!

Y sale sin más dejándome sola. Yo no me esperaba esto, no así. Mi mente da muchas vueltas, mientras que mi odio hacia la muy chivata de Amelia crece cada vez más… ¿qué culpa tengo yo de que la ex sumisa de mi Amo se me acercase y me hablase? ¿y cuando nos vio Amelia? yo no la vi en ningún momento. La muy estúpida me quiere hacer daño… me quejo en mi monólogo.

El tiempo pasa y pasa, el plug me molesta mucho, empiezo a tener sed, las cuerdas de los pies me rozan demasiado y mi Amo no vuelve… y pasa más tiempo, es ya una agonía la espera, estoy a borde de un ataque de desesperación, cuando por fin escucho la puerta abriéndose y dos pasos distintos: los de mi Amo y unos tacones. La voz de mi Amo resuena fuerte y tranquila, pero sus palabras me dejan de hielo…

—Amelia, esta es mi sumisa, la que metió la pata está mañana, te la presento se llama OCHO sumisa, te he traído un regalo.

 

CONTINUARÁ…

 

Autora: eva, la señorita O

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