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AL LUNES SIGUIENTE

Esta es la primera continuación del relato ya publicado Así conocí a Madame Raquel  Los que no lo hayáis leído, os animo a hacerlo y para los que no queráis, os hago un corto resumen: Raquel fue mi primera maestra, la que me enseñó a ser una buena profesional y sentirme orgullosa de serlo y fue la primera dueña de casa de putas con la que trabajé. Pasé una primera entrevista con ella y aceptó dejarme trabajar en su casa a pesar de que, en aquel entonces, tenía unos escasos conocimientos del mundo en el que me adentraba.

 

El lunes siguiente y puntual como era mi costumbre, tocaba el timbre en el apartamento de la octava planta de la calle de la Princesa nº 3 duplicado. Raquel me recibió, esta vez, abriendo la puerta completamente y cubierta solamente con un albornoz, nada que ver con el misterio de la otra vez.

—Me pillas recién salida de la ducha, ahora te das una ducha tú.
—Me he duchado al salir de casa— contesté.
—A mí como si te has duchado en el portal, las putas que trabajan en mi casa se duchan cuando llegan a mi casa y se ponen ropa limpia. Ya lo sabes, si mañana quieres ducharte en casa antes de venir, que sepas que aquí te volverás a duchar al llegar.

No respondí, realmente no era algo que me preocupase y si había que ducharse pues me duchaba y listo. Cosa que repetí, como costumbre, siempre que iba a iniciar mi trabajo. Salí de la ducha ya vestida con un minivestido negro de tirantes unido en los costados por unas anillas plateadas que dejaba ver bastante de mi cuerpo y tapaba, escasamente, lo imprescindible. Descalza ya que no me había traído nada más que las deportivas de la calle y unas sandalias negras de tacón que había dejado en una bolsa en el salón. Una vez en el salón, Raquel me dio dos periódicos, El País y el ABC y me dijo:

—Mira los anuncios tuyos, los he marcado en rojo, el del ABC te va a gustar —Mientras me guiñaba un ojo en su cara se dibujó una sonrisa malvada, que hizo que rápidamente fuese a buscar la sección de anuncios por palabras del ABC. Allí, enmarcado en un círculo rojo ponía:

Travesti sumisa grados ilimitados, disciplinada 91548…

Miré a Raquel fijamente, ella hizo como que no me veía y se dio la vuelta dirigiéndose a la cocina.

—Niña— me dijo— Prepárate el culo, te lo van a poner como un tomate— y a continuación se echó a reír.

Pienso que realmente quería que me sintiese incómoda. El anuncio de El País simplemente decía Travesti complaciente 91548…
No quise comentar nada, así que me senté en el sofá y miré la tele que estaba encendida.

—Niña no te sientes y friega los cacharros que hay en la cocina antes de que empiecen a llamar. que anoche no me apetecía recoger. Luego, cuando termines barre y friega la habitación y pon sábanas nuevas.

Me levanté y me puse a fregar sin decir ninguna palabra, estaba un poco deprimida, aquello no parecía empezar muy bien, primero lo del anuncio de sumisa grados ilimitados y sus risas, luego tratarme como una chacha. La verdad es que no esperaba demasiada simpatía de esa mujer, pero no, no era un buen comienzo.

—¿Y la chica que estaba aquí el otro día? —Pregunté.

—No soporto que la gente sea malqueda me dejo dos días plantada y nadie me deja tres veces así que la mandé a tomar viento fresco — hizo una pausa —La habría mandado a tomar por culo, pero era muy fina y no hacía griego.

Cuando terminé de hacer las tareas de la casa, me senté en el sofá de nuevo dispuesta a ver la televisión. Raquel estaba ya sentada en su sillón, situado a mi derecha y frente al pasillo de la puerta, a su izquierda tenía una mesita con el teléfono que, justo en ese momento comenzó a sonar. Raquel lo cogió y empezó una conversación absolutamente seductora con aquel posible cliente.

—Sí, naturalmente te va a encantar, es muy nueva trabajando, pero lleva dentro una sumisa excepcional. Además tiene un buen nivel que te va a dejar muy satisfecho. Tere, se llama Tere. ¿Sobre las tres? Perfecto, te la reservo para las tres.

Cuando colgó me guiñó un ojo y mostró una sonrisa amable —Tere, ya tienes el primero.

—¿Entonces me llamo Tere?
—Sí, claro Teresa la cazadora jajaja. Aunque de cazadora, de momento, me parece que tienes poco. Mira niña, aquí no debes utilizar tu nombre nunca, imagina que alguien te ve por la calle y te llama Tere, que hay gente muy indiscreta y tu vas acompañada… nadie sabrá que te llama a ti y tu no tendrás que dar ninguna explicación de porqué te conoce ese tío. Así que aquí serás Tere y Carla se quedará en la puerta cuando entres.

Los teléfonos continuaron sonando intensamente y Raquel atendía a todos, hubieran sido anteriormente clientes de la casa o no con una gran cordialidad y, a veces, desarrollando una paciencia envidiable, aunque en alguna ocasión colgaba casi inmediatamente después de decir gilipollas hazte una paja con tu madre o un no seas pesado y deja de llamar.

Sobre la una y media sonó el timbre de la puerta, Raquel se levantó a abrir mientras yo me ponía los zapatos. Raquel volvió al salón acompañada de un señor de unos 50 bien parecido y muy elegantemente vestido.

—Esta es Tere, como te he comentado— Yo me acerqué y nos saludamos con un par de besos en las mejillas.
—¿Quieres verla mejor? — El señor se acercó a Raquel y le dijo algo al oído. Raquel se encogió de hombros y cogiéndole de la mano se lo llevó a la habitación mientras me decía:

—Tere contesta el teléfono, me ocupo media hora.

Mientras estaba en la habitación creo que todo el mundo, afortunadamente, se enteró que iba a ser yo la que iba a contestar y decidieron espera a que Raquel quedase libre. Un poco antes de la media hora salió Raquel y me dijo bajito:

—Se está duchando—Se acercó a la cocina, abrió uno de los muebles y metió dinero en un frasco.

Al poco salió el señor, Raquel se acercó y le acompañó a la puerta dándole un casto beso en la mejilla a modo de despedida acompañado de un —Vuelve pronto.

Los teléfonos siguieron sonando, no así el timbre de la puerta que mantuvo un largo silencio que se rompió exactamente a las tres de la tarde…

Continuará…

 

Autora: carlita LM

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