El tema de la experiencia surge a menudo cuando se habla de BDSM. La experiencia es la suma total de todo lo que hemos aprendido en un campo determinado, y todo lo que aprenderemos en el futuro. Nací dominante y entré activamente en este estilo de vida cuando tenía diecisiete años, hace más de dos décadas. Me encuentro hoy en la extrema “línea dura” final del espectro BDSM, una minoría dentro de una minoría. ¿Tengo experiencia? Sí. ¿Tengo opiniones fuertes? Ciertamente – incluso controvertidas. ¿Tengo mucho que aprender? Por supuesto. Todos lo hacen. Lo que he aprendido hasta ahora puede resumirse de la siguiente manera:

– Un dominante es un gobernante, pero nunca un tirano. Pero gobernar requiere entendimiento, y el entendimiento requiere humildad.

– Un dominante tiene orgullo, pero nunca arrogancia. Pero el orgullo requiere dignidad, y la dignidad requiere humildad.

– Un dominante ordena respeto, pero nunca teme. Pero el respeto requiere serenidad, y la serenidad requiere humildad.

– Un dominante emplea fuerza, pero nunca fuerza. Pero la fuerza requiere conocimiento, y el conocimiento requiere humildad.

– Un dominante critica, pero nunca se burla. Pero la crítica requiere una visión, y la comprensión requiere humildad.

– Un dominante recibe, pero nunca toma. Pero recibir requiere dar, y dar requiere humildad.

– Un dominante completa, pero nunca trata de alterar. Pero para completar uno debe ser capaz de ver lo que hay, no lo que falta, y esto más que todo requiere humildad.

En resumen, para usar una frase arcaica, “noblesse oblige”.

Si un dominante es el centro del universo de una sumisa, es porque piensa así, no porque lo haga. Nadie es respetado, y mucho menos obedecido, sólo porque sí. La verdad de la materia es que poseer es por lo menos tanto trabajo como ser poseído.

Autor: J. Mikael Togneri

Artículo hallado en Internet, en la base de datos The Iron Gate.